Erase una vez el camino verde. Era la metáfora hecha añicos, minimizada por la propia realidad. Era el bosque, como el bosque, sí, el de los cuentos de hadas.
El olor guiaba o parecía ser el imán; las veredas apenas y se distinguían. Todo era penumbra, el tacto ayudaba un poco. Después de acostumbrarse a la oscuridad, algunas siluetas se podían ver. Ir adentrándose era al mismo tiempo como internarse en lo desconocido y lo deseado. Como refiriéndose a un vicio, algunos decían: “dije que no volvería más, pero aquí estoy”. Entre la maleza, el olor a tierra húmeda, el sonido de los insectos; bajé por una vereda, parecía una especie de cueva. Escuché pasos en ambas direcciones. La primera vez me aterraba la idea. La mirada y lo blanco de los ojos era la única forma de distinguirlos. Luego, venía el desenfrenado contacto. Y aquellos encuentros, de forma paradójica, estaban envueltos en sentimientos de culpa y goce.
Erase una vez el camino verde, oscuro y denso. Era una rutina para muchos. Era el vicio, la debilidad. Erase una vez el bosque en una noche incipiente cuando la ansiedad se vuelca y esclaviza. Salí de manera sigilosa, fui subiendo. No era un cuento de hadas. Era la simple posibilidad del anonimato, de ser y no ser, de la condena voluntaria.
Erase una vez el camino verde. Y vino la amenaza, no como, sino que vino en realidad. Vigilar y castigar era la consigna. La mañana era fría. Ejército de verdugos cumplían la orden. Realizaban la labor de terminar con aquello. La poda había comenzado.
Erase una vez el camino verde. ¿Acaso destruirían todos los árboles? ¿En nombre de quién y a razón de qué? Pero lo verde emerge de nuevo en cada verano lluvioso. Y mientras nazcan árboles, bosques, caminos, veredas, y mientras la noche esté ahí, sin cobardía, los muchachos también seguirán. Ellos se darán cita otra vez, allí, dentro del bosque.
Iván Islas.
Agosto 14, 2007.
Ciudad de México.
9 comments:
Déjame un tiempito para leer con calma. Bienvenido al ciberespacio.
Un abrazo,
Jesús.
No problem... Me encantaría que lo leyeras y recibir tus comentarios. Un abrazo!
Conozco de hace tiempo tu pulso de narrador, cincel, de la minificción. Este cuento me ha parecido extraño respecto de lo que vienes haciendo. Aunque, no en lo esencial, ahí están de vuelta los dos espacios- ahora el día- la ciudad- y la noche (materializada en el bosque), que son ahora también dos idiomas, dos otros configurando el yo, el tránsito de uno a otro como problema, los AIE o los mecanismos de control y la libertad que es también parte del control, ¿no?. En fin. Lo cíclico, en la anáfora del cuento infantil. Lo que creo que hay ahí es (que puede ser que lo desearas hacer así) un cierto develamiento prematuro de los recursos, un "hey, hay teoría acá detrás", lo cual ´no está mal, pero es algo que por ejemplo no veo en tu cuento sobre los campos de fútbol o en "Rainy morning days". No sé si recuerdas mi cuento "El bosque" que te envié, pienso que a ambos nos pasó que nos faltó algo para construir la atmósfera. Y en eso, en relatos de atmósfera y secretos, me parece que eres un maestro.
Genial escribir en tu blog.
Abrazo.
Sí, es el primer relato en el que planteo, como tu lo haces en el de El bosque, una alegoría. Este cuento tiene su origen en un evento muy particular, aquí en la ciudad de México. Lo fui trabajando y desembocó en esto finalmente. Quise que todo fuera una especie de metáfora. Pero como bien dices a veces eso tiene un riesgo, que, en este caso, fue develar un poco de los recursos. Agradezco tu crítica. Aún pienso en modificar algunas cosas, entre ellas, el título.
Saludos y un abrazo desde México.
Hola Ivan, tuve la fotuna o desfotuna de ser tu alumno en la UP, las misma fotuna o desfortuna me trajo aqui (desde el blog del paco, soy de la misma generación). Estuve leyendo un rato, me gusta como escribes, tus letras fluyen sin contratiempo. Este último experimento es mas dificil de leer, pero me gusta por los mismo, no es tan convencional. Me grada la reiteración del camino verde (no era amrillo?? que ha sido de doroty? y el mago??, no hagas caso, mis debrayes) y la frase que hace referencia a la metafora hecha añicos (o aglo así), me gusto, tal vez la robe..
En fin un saludo...
Qué tal Edgar. Recuerdo con mucho agrado a su generación. Me llevé muy bien con el grupo, de hecho, de ahí se desprendió una que otra muy buena amistad. La verdad es grato escuchar tus comentarios acerca de los ejercicios literarios que he hecho. Me gusta saber cuáles son las interpretaciones que se desprenden de ellos.
En el caso de Into the wood, es, como se lo comento a Jesús Montoya, una especie de alegoría. Es la primera vez que me aventuro a este tipo de textos. Aún quisiera hacer algunas modificaciones. El tema sigue siendo el que se ha mantenido en la mayoría de los relatos: hablar de cierto sector de la población, un grupo que ha sido soslayado y que, sobre todo en generaciones anteriores, ha tenido que sobrevivir en un ambiente de doble moral. Este relato partió de un hecho real, particular. Yo lo quise convertir en una metáfora, que hablara de un asunto general: el tema de "ejercer la libertad a medias", el "hacer algo bajo la sombra de la culpa". El cuento también hace referencia hacia el "ímpetu por el aniquilar al otro", y finalmente, el fracaso de tal empresa. Como podrás percatarte, y como bien lo indica mi amigo y excelente narrador, Jesús Montoya, esta explicación la hago casi explícita, lo cual, tengo que aceptar, le acarrea algunos problemas al relato. Quizá hace menos contundente la narración de la atmósfera que quise transmitir. En fin, creo que seguiré trabajándolo. Por otra parte, no me gusta el título. Este ha sido otra crítica que me hizo, en su oportunidad, un periodista cultural, amigo mío. Yo incluí el título In to the wood porque era una frase que siempre me remitía a esas narraciones de hadas que desde niño leía o escuchaba y creí funcionaría muy bien en este microrelato por su contenido. Pero también lo seleccioné porque es una frase que fonéticamente me encanta. La palabra wood es estéticamente bella cuando se realiza.
Te mando una abrazo.
I.I.
pd He leído algunas cosas de tu blog, muy interesantes, ya las comentaré en tu espacio.
develar, muy certero, en alguna ocasion escuche, quice conocer, la noche, sentir el olor humedo del bosque, observar...
y si... creo los quitaran todos, pero todo se abre camino de nuevo y màs si es verde
Me gusta mucho esta historia. Es el mejor texto que he leído sobre aquel camino verde, por la manera en que profundizas sobre la destrucción, el vigilar y castigar contra lo lúdico; los sentimientos de goce y culpa de quien anda esas veredas.
Que curioso que contra el espacio y sus prácticas lo que vino fue la poda, “¿En nombre de quién y a razón de qué?” Cada quien lo contesta a su modo. Sobre otro espacio y otro tiempo, Arenas escribe:
"La belleza es en sí misma peligrosa y conflictiva, para toda dictadura, porque implica un ámbito que va más allá de los límites en que esa dictadura somete a los seres humanos; es un territorio que escapa del control de la policía política y donde, por tanto, no pueden reinar. Por eso a los dictadores les irrita y quieren de cualquier modo destruirla"
Creo está allí la razón de esa poda; poda inútil, porque “lo verde emerge de nuevo en cada verano lluvioso”.
me encanto, ese recuerdo del camino, de los amigos que se quedaron en el
B.R.
sdarkmx
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