Saturday 16 June 2007

Huir al norte (Los campos de futbol)


I.
“Toma las riendas de tu vida de una vez por todas”, así terminó su sermón. Y aquello sonó oportuno, prudente. Luego me incorporé y corregí mi postura, esa joroba, indicio de los lastres que cargaba, de lo pesado que me resultaba la vida. Su voz palideció el ambiente. Traté de mantenerme ahí, sin vacilar, sin instalarme en la fantasía y negarme. Sentí el viento, el aire frío de septiembre. No le llamé más, vino la huída.

II.
Manejaba de prisa, ni siquiera me percaté cuando cruzamos el Támesis. Su acento, tan ajeno, se convirtió en ruido, apenas lo entendía. Recién lo había conocido en un pub al sureste, poco después de dejar a Ian, y ya iniciaba, con él, la huída al norte, al frío de Glasgow. No sé si entendí bien los porqués de su venida a la isla, la India le parecía fascinante, pero, al parecer, no soportaba las viejas costumbres, el ser nativo, entonces coincidimos: yo quería dejar Londres y él conocer el norte.

III.
Miraba desde el parabrisas la interminable avenida. El tiempo se esfumaba y lo único que se presentaba ante nosotros eran las casas, los autobuses y la gente, todo abatido en lo cotidiano. Y de pronto, aparecieron esos grandes campos de fútbol, no tenían fin, de un peculiar verde, intenso. La espesa niebla, al unísono con la desolación del sitio, provocaba una extraña imagen, tenue, inevitablemente melancólica. Noté que nos alejábamos de la ciudad, ya mirábamos los desérticos bosques, y las luces que, en un compás irregular, emergían de vez en cuando, eran los autos del carril derecho y era el camino en penumbras. En esos instantes, había huido.

Londres-Ciudad de México.
Septiembre, 06-Diciembre 18, 2006.

2 comments:

Iván Islas (1976) said...
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Iván Islas (1976) said...

Este pequeño relato lo comencé a escribir justo después de un desafortunado evento durante un recorrido de Londres al aeropuerto de Gatwick en auto. No había hecho alguna referencia tan directa a Londres en anteriores escritos. No podría explicar y racionalizar mi fascinación por las ciudades inglesas. Quizá, como lo dice un amigo de manera directa y poco complaciente, sea producto de nuestra condición de países ex-colonias y siempre nuestra pretensión de ver al occidente como un referente. De verdad, no lo sé, pero como lo he comentado en otro de mis relatos, que también partió del último viaje que hice a la isla, debe tener que ver con una cierta familiaridad que encuentro en Londres. La ciudad donde vivo, y quizá cualquier megaciudad como las han llamado en los últimos años, resultan tan parecidas. En "Huir al norte", quise hablar del "evadir", del partir y dejar el pasado después de una sacudida. Quise retratar ese momento en el que pretendemos dejar algún asunto en el que hemos estado enfrascados, pero que ese “dejar” no es quizá el superarlo y sí, en cambio, el anularlo por “decreto”. Huir es la palabra clave, pero en medio de una melancolía innegable, y claro, un futuro incierto. Los campos de futbol fue una imagen que me ayudó a evocar dicha melancolía. Fue una imagen que me quedó grabada durante aquella travesía del sur de Londres a las afueras de la ciudad. Saludos a todos y agradezco sus visitas.