Thursday 30 April 2009

El color del polvo (The Time Has Come)


Y luego el ligero sonido, el que se logra colar y que avisa de la velocidad alcanzada; y la sensación de que no ha pasado el tiempo. La imagen barrida en donde aparecen los objetos mezclados, y al horizonte, ese pálido color de cuando la tierra se levanta y se convierte en polvo y da la impresión de que ha bajado una nube, una nube extraña, que no es azul y que molesta. Y se distingue la silueta del vendedor, el que ha estado ahí durante todos estos años, y al que sólo se le reconoce por su atuendo, el mismo de siempre. De este lado, aquí, no hay ruido ni polvo, todo es quietud, sólo se mira, se mira del lado y se ve la escena a través del cristal. Y la imagen se diluye mientras el auto avanza y el camino se hace predecible. Entonces, la memoria avisa de eso que viene: llegarán las casas a medio hacer, de irregular forma, grises, y el auto tendrá que dar la vuelta, dejar atrás aquel inútil paisaje, y ver al frente, seguir el camino. Y vino el incómodo pensamiento; me di cuenta que aquel hombre, el vendedor, ha permanecido ahí desde la primera vez. Luego miré el retrovisor y observé que mi tez ya no era la misma, la misma de aquel día, de esa primera vez en la que vi a ese extraño hombre, quien sigue ahí, en medio del polvo.

6 comments:

patzarella said...

¡Cómo hay nubes que enturbian la vista y no nos dejan disfrutar del paisaje! Hce falta un beun viento, ¿no?

Agnes Seele said...

Hay una palabra que no se dice bien sino cuando se dice en la lengua que la ha acuñado, que vino a mi mente mientras leía tu texto. Trainspotting. Ese gusto desinteresado (¿o se trata de la mirada de quien es siempre extranjero?) de ver el paso de los trenes... ver el transcurrir del tiempo, de la vida.
A veces se requiere de puntos estáticos, relativamente estáticos para certificar que nosotros avanzamos, que alguien avanza...

Girar, volver, girar-volver.

Iván Islas (1976) said...

Querida Eliana: Me da un gusto enorme que hayas comentado este microrelato, y aún más me complace, que tu interpretación haya conincidido con un asunto que quise plasmar: eso que comentas de los puntos "relativamente estáticos", que de pronto nos sirven para "certificar" de que alguien avanza o se estanca, y que al final de cuentas dan testimonio de ese paso de lo que el hombre ha llamado tiempo. En esta minificción quise también hablar de una cierta extrañeza y simultáneamente hostilidad ante tales imágenes, esas imágenes que quizá sean tan cotidianas en la ciudad que tú y yo habitamos... En fin... Un abrazo!

adrian piaf said...

Me gustó Ivan. Pienso que el hombre sigue allí, ya no por vender, sino por formar parte de ese paisaje que lo homogeneizó como parte de el ambiente, ya no es un hombre que ve, sino que es mirado, contemplado en un instante.

adrian piaf said...

Me gustó Ivan. Pienso que el hombre sigue allí, ya no por vender, sino por formar parte de ese paisaje que lo homogeneizó como parte de el ambiente, ya no es un hombre que ve, sino que es mirado, contemplado en un instante.

Jesús said...

muy bueno, tío