Sunday 30 August 2009

Anularse (A Guy With His Martens)



Aún era de día y lo llevó hasta lo más recóndito de aquel parque. Acallados a causa de la desolación del lugar, los gritos de Luis perdían efecto. Luego enmudeció. Una abrupta patada lo dejó por unos segundos inconsciente. Sólo miraba, no tenía cómo defenderse, pedía piedad. Pero en ese momento sólo valía la fuerza. Aquel muchacho a rapa, quien lo sometía, había practicado box por muchos años. Y lo único que había pasado: Luis se había atrevido a hablarle, a cortejarlo. Esa vez e inesperadamente, Carlos lo subió a su auto, le habló de sus "encantadores ojos" y le sonrió. Lo engañó.

Es el bosque, entre las ramas y troncos. “Nosotros no somos como tú. ¡Tu eres un puto, no te confundas!”, Carlos le gritaba a Luis, a quien luego le puso las gruesas suelas de sus botas sobre su cara y presionó con fuerza. Luis ya no podía más, decidió anularse, se dejó vencer. Después de unos minutos de someterlo, Carlos se incorporó como si volviera en sí. Regresó al auto y retornó a las calles, puentes, desniveles. Luis, por su parte, envuelto en la oscuridad de aquel sitio, espero el amanecer.

Mexico, City.
August, 2009.

Image: Arkadia I, Wolfgang Tillmans, 1996.

2 comments:

Agnes Seele said...

A veces no es suficiente con tomar distancia. Víctimas y victimarios tienen voces y nombres: a cada cual le corresponde una historia que fatalmente se desencuentra con la de un otro probable, en una ciudad sospechosamente anónima.

Quizás sea la fascinación de lo desconocido un catalizador que favorece el auto-conocimiento de quienes hemos sido y de lo que podremos ser. Yo no lo sé. No he comprendido nunca por qué nos es imposible desistir de aquello que nos angustia.

Uno no deja de ser nunca ese tercero ausente, la amenaza de sí mismo.

Ra said...

Qué horror.


Un gran abrazo, Iván.